Odio cuando me despierto sin haberme despertado, cuando el sueño me vuelve a atrapar, y mis fantasías oníricas pasan a ser escenas inconexas. Tan simbólicas, que sería una pérdida de tiempo buscarles lógica. Aunque el frío que se ha pegado, no me lo quitan las mantas.
Debería meterme bajo el grifo de agua helada para que el frío hiciera nido. No veo otra razón mejor para que el calor vuelva.
Sin embargo admito que el recuerdo de la piel ardiendo ofrece más variedad que un aguacero helado. Es como leer Cien Años de Soledad, o leer Ulises de Joyce. Cien Años de Soledad te quema a cada palabra y Ulises te deja tan perdida, que sólo tienes posibilidad de helarte con el frío para poder comprenderla. Entonces es cuando el calor te inunda, por necesidad, para no morir congelada.
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1 comentario:
Es lo que tienen las cosas inherentes al ser humano: que siempre actúan incluso en contra de nuestra voluntad. Aunque muchas veces estemos mejor entre el frío para que no nos hagan daño, al final el calor vuelve porque nosotros mismos nos recuperamos (o queremos hacerlo), y lo buscamos.
Espero que ahora no me digas que ese frío no era más que producto de un dolor de cabeza resaquil :DDD
Un besito mi les ;)
mua!
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