La mañana sonaba a violín triste pero sereno, acompañado del repicar melódico del piano. Una música casi imperceptible pero estable.
Seguro que con el paso del tiempo el violín sonará sin temor a su profundidad, destilando de la tristeza la belleza extrema.
Seguro que el piano expanderá su melodía, y del solo de piano, hará una pieza excepcional, siendo capaz de transmitir el dolor y la alegría en la misma nota.
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