viernes, 15 de febrero de 2008

Porque los viernes son como los lunes

Febrero nunca es tranquilo. Entre los cumpleaños y las obligaciones se te pasa medio mes. Además, siempre hay que digerir el eterno enero. Tal vez ahora, que soy totalmente consciente de los ciclos, pueda salir de la espiral. A veces siento que no puedo salir del remolino, que los sentimientos hacen barrera ante la realidad. Entonces, como en sueños, me veo lejos, muy lejos de la boca del caos. Me veo a mí misma agarrarme con fuerza, levantarme y caminar. Pero veo que los pasos son imprecisos, como dolidos por tanta tensión, sin rumbo marcado. Pero es que en sueños, no se puede precisar las sutilezas importantes.

Es tan sólo que a veces me enredo entre pensamientos oníricos, que mi imaginación se hospeda en un mundo a años luz en el que vivo. Pero siempre hay alguien capaz de hacer que me mire en espejo, que vea en lo que me estoy convirtiendo. A veces me quedo asombrada, otras me siento orgullosa. No sé. Pero me gusta, me gusta esto de quererse, de ser coherente.

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